Eramis Cruz
Imagínese usted lo que pasamos luego de la
tormenta Sandy, que ni siquiera llegó a la categoría de ciclón. En la ciudad de
Nueva York no había gasolinas para los automóviles, parte del subterráneo de
trenes fue inundada a causa del desbordamiento del río. Todavía las
consecuencias humanas en términos de viviendas y servicios para los que
quedaron desamparados no se resuelven.
Lo que ha escandalizado a muchos
estadounidenses es que después de las amargas experiencias del 11 de septiembre,
y de Catrina, una gran ciudad del país más poderoso del mundo resulte más
vulnerable a una tormenta que un país como Republica Dominicana o Cuba.
Muchas de las grandes ciudades y
localidades de los Estados Unidos no están preparadas para confrontar una
situación de gran calamidad humana, sea ésta de causa natural o provocada por
la acción de otro país en una situación de guerra. Primero, debemos comprender
que los Estados Unidos tienen experiencia atacando a otros países en defensa de
sus intereses como imperio económico del mundo. Porque la única razón de las
guerras son las económicas, está demostrado que los demás conflictos se
resuelven por medio diplomático, a través de organismos internacionales o usando
acuerdos directos entre los países. En otras palabras, Estados Unidos no tiene
la experiencia de una guerra moderna prolongada en su territorio de parte de
otra nación.
Esta situación vuelve de nuevo sobre el
tapete y es causa de gran preocupación en el mundo, a raíz de la del estatus de
estado de guerra de Corea del Norte contra Corea del Sur y de los Estados
Unidos. USA tiene a Corea del Sur como un punto de control en su beneficio, no
solo en termino de guerra sino también, y muy especialmente, en su planes de
expansión económica.
Hay razones para preocuparse, ya que estas
amenazas no solo conciernen a los ricos, sino también a los que viven de su
trabajo, a los que se esfuerzan pagando la casa que con sacrificio han obtenido
para la felicidad de su familia. Esto es debido a que la economía de los
Estados Unidos no tiene la consistencia del desarrollo que lograra después de
la gran depresión de 1929, sino que por ser una economía fundamentalmente de
servicios y la vez parásita, que depende de la explotación que hace a otros
países, vendiéndole caro lo que produce barato en otros territorios de países
en vía de desarrollo y desarrollados.
Se trata de conseguir materia prima
barata, de comprar fuerza de trabajo el precio más bajo posible, sin contratos
laborales, y sin condiciones de salud garantizadas para los trabajadores. Y aun
cumplieran justamente con esas prestaciones, ganarían, porque estas grandes corporaciones y hasta
empresas promedios están exentas de los
impuestos en el territorio norteamericano, donde tampoco pagan los justo
en comparación con el ciudadano que trabaja. Es una gran inmoralidad legalizada
por el sistema jurídico de un gobierno al servicio del gran capital.
Los ciudadanos de los países envueltos en
un riesgo de guerra, especialmente con armas nucleares, son los primeros
llamados a manifestarse frente a sus gobiernos. Especialmente en los Estados
Unidos que es el país provocador de esta situación de riesgo.
Y porque el gobierno de Estados Unidos no
obedece a los intereses del pueblo norteamericano. La mayoría de del pueblo de
los Estados Unidos no vota en la elecciones, ni es parte activa de los
partidos, el Demócrata o el Republicano. Estos partidos dependen de los medios
para llevar a cabalidad sus campañas electorales, además, el congreso es el
mismo casi todo el tiempo, compuesto por unos millonarios que poco les interesa
el ciudadano que paga los más altos impuestos y tiene que confrontar la fuga de
sus ingresos debido a los altos precios de productos y servicios.
Aparte de esto, el voto popular está
debilitado por el llamado voto electoral que es una representación por delegados, un instrumento de control para prever
cualquier sorpresa al imperio Estados Unidos, incluyendo la opción del fraude.
No se mantiene este esqueleto arcaico para
fortalecer la democracia, como se le quiere hacer creer al pueblo. Son 538 delegados entre los 50 estados, los que defieren
en cuanto al número de delegados que les pertenecen. Se gana una elección con
el 50 más uno de los votos de los delegados o sea 270 votos electorales.
El presidente es quien somete al Congreso
los candidatos a jueces de la Suprema Corte de Justicia de la nación. De manera
que al final se puede notar que el sistema democrático no es más que una manera
de justificar el gobierno que continuará por los próximos cuatro años.
Por esta razón es importante que el pueblo
mismo tome en sus manos directamente la protección de sus intereses frente a la
superestructura de poder manipulada por el gran capital de las familias más
ricas ubicadas en el territorio de Estados Unidos, Canadá e Inglaterra o el
Reino Unido. Téngase en cuanta que esta mafia tiene sus aliados en los países
que controlan, como lo ha sido el ex presidente Uribe de Columbia y los últimos
presidentes de México y República Dominicana, especialmente Leonel Fernández.
El congreso está autorizado para hacer una
declaración de guerra a otro país. En el caso de las declaraciones de guerra de
los gobiernos de Jorge W. Bush, padre e hijo, fueron guerras imperialistas no
justificadas por la verdad supuestamente dicha al pueblo de los Estados Unidos.
Todos los países tienen derecho a
defender su territorio, pero en los casos de Estados Unidos, en su condición de
imperio, es consistente provocando a otros países muchos más débiles
bélicamente, defendiendo los intereses de los inversionistas, y no
necesariamente del pueblo norteamericano.
Frente
a la vulnerabilidad del sistema financiero de los Estados Unidos, consistente
en una economía de burbuja, si se consideran empresas como Twitter, Facebook, y
la propia bolsa de valores, reconocida como Wall Street, no hay que llegar a la
guerra necesariamente para sufrir las consecuencias económicas que afecta
directamente la limitada economía de la ciudadanía, que en su mayoría depende
más de tarjetas de créditos que de inversiones financieras de importancia.
Estamos hablando de gente como usted y yo, inclusive, millones de retirados y
deshabilitados con ingresos que promedian los $700 dólares al mes. Las guerras
cuestan caras a los pueblos, a pesar de que benefician a las mafias que
manipulan los gobiernos de los imperios. Durante una guerra se intensifica la
venta de armas, se incrementan los contratos al sector privado, y se aumenta el
rublo del presupuesto bajo condiciones de emergencia.