Eramis Cruz
No sé si a usted le pasó lo mismo que a
mí, viví un tiempo de fantasía, en el que todo se explicaba de manera diferente.
En la familia no había nadie enfermo, aparte de que teníamos abuelos muy
saludables, la mayoría de los nuestros eran jóvenes o éramos niños. No teníamos
ni siquiera uno solo que sufriera de alguna enfermedad de esas que ahora hacen
médicos millonarios en el albor de su carrera.
Pero los chicos teníamos nuestro mundo
aparte en el que nos decían que Jesús nos amaba mucho, que cada uno tenía un
ángel que siempre detrás, ese ángel de alas blancas hablaba por medio de la
conciencia para que los niños no hiciéramos lo indebido. Uno sabía que su ángel
era el mejor, podría tener aspecto masculino o apariencia de mujer, pero sin
cirugía estática ni senos de silicona.
Qué bonito era el cielo de entonces, no
era como el de ahora, cuando la gente hasta lo duda, aquel cielo era un lugar
donde la mayoría podíamos ir, especialmente los chiquillos y los “tigueritos”.
Era cierto que sucedían cosas malas, pero
eran culpa del diablo, nunca de Dios. El diablo tampoco era como ahora que no más
se ve por Facebook y otros medios, en ese tiempo hasta le salía a la gente. Un
encuentro sorpresivo con el diablo no era considerado improbable.
Era que la mayor virtud de los niños de
aquel tiempo de fantasía era la inocencia. ¿Quién dudaba entonces de la amistad
de Jesús? Uno parecía oírlo, llamando la atención de todos, con aquella
autoridad con la que hablaba, pero al mismo tiempo, con aquel dulzor que
destilaba de su manera de tratar a los demás. “Dejad que los niños se acerquen
a mí” ―decía. Eran los niños de Jesús que querían tocarle su túnica blanca con
sus manitas sucias. ¡Aquel hombre tan diferente al que conocimos después!
Durante miles de años se refirió a los niños de la misma manera. No fue su
culpa que luego se tornara más tolerante, y permitiera los desastres armados de
los imperios y muchos niños se le fueron con Sendero Luminoso y hasta con Fidel
por su parecido aunque más bien sus afueras.
Fue después que nos explicaron que Dios no
era como se nos había dicho, que era mucho más grande que la propia imaginación.
Que un minuto para él era como mil años, por eso pensamos que se ha ausentado
por un millón de años, creyendo que para la humanidad eso no es nada. Al final
las iglesias hacen el cuento y lo arreglan a su manera, usando solamente l imaginación.
Pero en ese tiempo fantástico, la gente
hablaba de la misma manera, todo el mundo hablaba español, después nos dimos
cuenta que existían otros idiomas, aparte del latín que era la lengua que
procedía de Roma, donde San Pedro y Dios conversaban. Lo único que nadie
entendía qué cosa quería decir, ni siquiera el sacristán que a veces balbuceaba
algo en latín, y hasta algunas vecinas que contestaban la misa en el idioma del
papa.
Pero nada, no teníamos de qué quejarnos porque todo aquello que no sabíamos
de Dios se resolvía de manera muy simple, nos decían que era un misterio y ahí
terminaba sin ninguna complicación. De verdad era un buen tiempo. Todo lo malo
pertenecía al diablo, incluyendo a Fidel Castro, y todo lo bueno era de Dios,
incluyendo a Trujillo, a Franco, a Batista y a Anastasio Somoza. Pero ahora hay
algunos que la gente no está segura a cuál de los dos pertenece, como Leonel
Fernández y el Cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez, esos sí que son dos
camaradas “atrevidos” y con buen bolsillo. Uno levante el cáliz y el otro la
indiferencia.
Nuestra fantasía era ciertamente una
realidad porque parecía de verdad, ¿“cómo de que no”?, si la virgen, eso sí, en
silencio, apareció en la Vega Real para animar a los españoles en su batalla
mortal contra los indígenas. Fue después que dijeron que era una leyenda.
Fue muy inteligente del hombre que determinó
que los niños nacen en el pecado y además condenados por los de sus padres, un
absurdo impuesto con la amenaza del infierno. ¿De qué manera podíamos creer que
gente entregada a la hostia del señor podría violar niños en pleno
neoliberalismo? ¿Cómo ese Dios puede convivir en medio de tanta ignominia? Es
por todo esto que muchos creen que el milagro más grande de los teólogos es
Hollywood, el diablo se encargó de sus inventos más originales, la OTAN Y el
FMI. Hasta ahora nadie tiene más poder que ellos, ni la ONU.
Recuerdo que todas las mujeres del pueblo
querían ser como María, que según nos dijeron fue la madre de Jesús. Los
misterios de María eran los más extraños, primero era la que más nombres tenía,
y después su marido era un hombre inocente que su propio hijo. Los niños no
queríamos complicarnos la vida con los misterios, después de todo, no valía la
pena si nadie los iba a entender. Fue por medio del niño Jesús que terminé asociando
a la virgen, que además entre todas las mujeres, era la más linda, eso se podía
ver a lo lejos. Pero aún siendo niño, me preguntaba la razón de su silencio,
siempre eran los demás los que hablaban por ella, ni siquiera una palabra,
exactamente como las mujeres sumisas a los horrores de la violencia de género.
Me decepcioné mucho cuando supe que la foto no era verdaderamente suya, que la
hizo un pintor. ¡Cómo le mienten a uno! Hasta la imagen de nuestro querido
Jesucristo era falsa, el hombre era de gente de color, de esos predios de
Saddam Husein.
Ahora me pueden caer encima, ya no soy un
niño como cuando me engañaron, y me metieron de bruces a católico sin saberlo,
aprovechándose de mi inocencia. A mí solamente me gustaba la virgen María y no me
importaba si el cuadro era falso, al fin ella era la única en cielo tal como
era y también gustaba de su hijo, más por su inteligencia y talento que por las
cosas que después le atribuyeron, escribiendo de él a diestra y siniestra lo
que le dio la gana. Yo por lo menos reconozco un derecho: ¿Por qué no ha de
tener derecho el burro a crear a su dios a su imagen y semejanza, del mismo
modo que lo teólogos? Aprovechando que Dios no está, que se fue por un rato, lo
presentan apoyando a la derecha, en contra de los oprimidos, con una biblia que
eterniza la esclavitud. Por eso más de medio mundo no le cree.
Pero como siempre pasa, todos los reinos
caen, de la misma manera, todos los tiempos pasan, especialmente aquellos considerados
fantásticos. Aunque debo reconocer que los tiempos no pasan para todo el mundo,
en término virtual. Sin embargo aquellos incapaces de perder la inocencia,
siguen siendo como los niños, y siguen escuchando a Jesús, pidiéndoles a los
soldados del papa y Barack Obama que dejen que los inocentes lleguen a la
verdad. Que dejen tranquila la tierra donde nació Jesús.
Pero le recuerdo al lector que este asunto
de la inocencia es más serio de lo que uno se imagina. Y parece que es más
fácil a los inocentes entrar al reino de los cielos aunque no tengan una
residencia o una tarjeta de crédito para pagar los costos del Vaticano.
Otro que perdió la inocencia fue Lucifer, el
ángel más querido de Dios. Quiso reclamar parte del poder después de leer sobre
el funcionamiento de la democracia, creyendo que Dios lo iba a escuchar, y pensando
que tenía las agallas de Fidel Castro o Hugo Chaves Frías, un chance que no se
corrió Danilo Medina cuando Leonel Fernández era el presidente del paraíso
dominicano.
De esta manera uno se da cuenta que la
democracia es un sistema que no funciona ni el cielo ni en la tierra, en el
cielo porque lo que existe es la teocracia y solo hay un jefe, y en la tierra
porque hay muchos jefes y ninguno cede lo que tiene ni para dárselo a los niños
de Jesús.
Para quienes perdimos la inocencia se nos acabó
la fantasía, a pesar de tantos que hablan de lo contrario. Sin embargo estos
son procesos normales y parte del crecimiento del ser humano, pero debo
confesar que es bastante caro vencer las cosas de la inocencia, la ingenuidad
de la religión, los cuentos que no le dejan saber a nadie que se trata de una
ficción, y luego pasa como mentiras ideológicas y sin un desenlace que compense
el valor del arte.
Aunque le resulte difícil a muchos
fanáticos pervertidos, todos los hombres y mujeres de este mundo tienen
vocación para ser libres, y existe una estrecha relación entre la libertad y la
verdad. Uno no es libre mientras sea una manipulación de quienes pretenden
disfrazar la realidad para prolongar sobre el mundo el dominio del universo dizque
por designio divino. Dejad que los niños alejen de los malvados, permitan que
vengan a mí, diría Jesús, no quiero más hombres de rodillas, no más gente
inocente, incapaz de elevar su voz en defensa propia. Que venga otra vez a
desmentir los misterios, que la virgen no pudo ser madre del hijo y del padre al
mismo tiempo al menos que practicara el incesto que prohíbe.
Ella misma lo denuncia con su silencio,
por ser la más sufrida de todas las mujeres sobre la tierra. Su hijo fue el más
grande de los hombres, y no lo mataron en la cruz como muchos creen, tal vez le
mataron el cuerpo, pero no el alma. Lo mataron el día que lo hicieron hijo de
los duendes para echarle a perder el proyecto que tanto sacrificio le había
costado. Por eso ella no dice nada, ni por su boca ni por la ajena, pero el
silencio también habla, cuando la gente quiere oír. Hace tiempo que nos dimos
cuenta de la jugada contra los inocentes, al final son los astutos y maliciosos
los beatificados. Quieren hacer santos a todos, incluyendo a María, al negro
San Martin, a Juan Pablo Duarte, a todos para que vuelvan a ser como los niños,
la inocencia les ha dado muy buenos resultados a los G20 y sus comparsas.