El principio de lo contrario es una ley muy poderosa, uno debe tener cuidado de no considerarse el contrario de sí mismo, ni el contrario de todo el mundo. Uno puede ser su propio esclavo por una auto-imposición de un falso concepto de la culpabilidad que no parece tener afinidad con nuestra propia naturaleza, sino con la manipulación absoluta de la dominación de la propiedad.
A mi amigo Julio no le pueden venir con cuentos, dice que todos somos animales políticos y por eso se justifica diciendo que no pertenece a ningún partido político ni se afana por ninguna religión. Me aseguró que con él hay muchos que se equivocan, especialmente cuando lo tratan de tonto útil. Me afirmó que en esta tierra hay mucho para todos, y que sobra para hacer otro planeta de gente muy feliz, pero que por culpa de unos oportunistas disfrazados de oveja mansa un grupito de malditos se lo apropia todo.
Julio es un hombre que ha vivido la vida, convencido de que no ha cometido ni siquiera un solo error ¿Y por qué dice eso? “Porque mis errores no son míos” –me dijo. Afirma que hace ya un tiempo se dio cuenta de que todo su mundo pudo ser muy diferente si no hubiese sido por el mandito complejo de la gente de siempre querer encontrar un culpable, y si no lo encuentra se culpa a sí misma. –recuerde la moraleja del zapatero del pueblo –ordenó.
Es la peor de desgracia, una excusa para no intentar las cosas desde un ángulo mejor –me dijo con una seguridad increíble. Es un maldito truco para que el infeliz sea su propio esclavo. Una mujer puede ser una prostituta o un abogado, es cuestión de opciones de la vida, y esas opciones no se las regalan a uno –me aseveró.
Como abogado, a esa mujer podrían dispararle en la cabeza un criminal desquiciado, como prostituta, le podrían infectar con el viro del Sida, pero una no es más dichosa ni más fatal que la otra, simplemente son los riesgos del oficio. Como podría sucederle a un policía o a un bombero que arriesga su vida por hacer algo que ama –argumentó con el aire inconfundible de un mentor.
El que cree en Dios no es más dichoso que el ateo en esta vida, –me dijo. Es más probable que el creyente sea más oportunista. ¿Y por qué dice eso Julio? ¿No tienes temor de que lo crean un gnóstico o algo por el estilo?
Ese es el problema –me dijo. Al diablo con lo que la gente crea, siempre va a creer en algo, y siempre te van a creer capaz de lo peor, especialmente si se trata de asunto de filosofía, religión, o política. En este aspecto todo el mundo puede decir lo que quiera, y lo hacen siempre y cuando no le comprometa el círculo personal de sus intereses –dijo. ¿Cómo es eso? –porque una persona libre no depende de nadie, ni siquiera de las divagaciones de su cerebro.
Pensé que Julio tenía razón. Una persona libre analiza las cosas, y piensa en encontrar la lógica que le indique cómo no comprometer esa libertad. Entonces me di cuenta que este mundo es un lugar de una esclavitud difícil de erradicar porque es autoimpuesta, en razón de que mucha gente es esclava de sí misma. Esto me preocupó por mucho tiempo hasta que un día volví a la casa de Julio.
Lo encontré muy plácido, disfrutando un café con su mujer y su hijo mayor, que se llama Omar Osiris. Julio es el hombre más amable del mundo entero. Su casa permanece iluminada de noche y ventilada de día. Me dijo que tanto él como su mujer les encanta abrir puertas y ventanas. “El aire fresco te trae nuevas ideas y te ayuda absorber mejor el oxígeno –dijo mientras se paraba de su asiento con facilidad.
No había pasado gran tiempo cuando descubrí las afinidades en los miembros de esta familia, la simplicidad de su hogar, parecían tener todo muy ordenado pero no más de lo necesario. Su mujer, que por coincidencia de la vida se llama Julia, me descubrió mirando cada detalle en los artículos de hogar, y en poco rato los tres me arroparon explicándome detalles de los más sobresalientes. “A nosotros no nos gusta poseer lo que carece de valor, sea este material o simplemente artístico –me dijo Omar Osiris con tono amable. “Creo que a lo que no se necesita debe buscarle manera de que tenga dueño más eficiente” –dijo Julia– Si no los usas en seis meses, entonces, se amable, alguien lo necesita, sabes”.
Se me había olvidado la razón por la que había venido a la casa de Julio, quise aprovechar el momento para asaltar a los tres con algo que parecía fuera del cajón, y volver atrás sobre lo que este hombre me dijo un día al referirse aquello de que nunca había cometido un solo error. Pero entonces los tres se pararon de sus asientos al mismo tiempo y me invitaron al patio de la casa.
Aquello fue impresionante. En una esquina había una mata repleta de toronjas grandes y verdes. En el otro extremo del limitado espacio, había una parida mata de limón, y en los alrededores flores, verduras y vegétales. No sé cuál podría ser el misterio de esta familia, pero todo lo que allí había cumplía un propósito, excepto una palmera mal nutrida casi en el mismo centro del patio.
¿Y qué pasa con esta palmera Julio? –Fue julia la que contestó– Tenemos diez años intentando hacer crecer una palmera en nuestro patio. ¿Y por qué no desiste de esa idea? Se miraron unos a otros, como si allí el único fuera del cajón fuera yo. Luego Julio me puso una mano sobre el hombro –El día que desistas, no cometes un grave error, pero perderás la fe en lo único que tienes, el futuro, y este no es nada al menos que tengas un propósito, aún sea una palmera malnutrida en el medio del patio de tu casa.
El golpe fue contundente, pero pude sobrevivir gracias aquello de que uno en realidad no comete errores y que eso de culparse por todo, resulta devastador para el éxito personal.
Y cada año que pasa y cada año que viene yo pienso en estas cosas, y concluyo aclamando “Cuando la gente piense en lo que piensa”. Todo un mundo piensa en algo, y todo otro mundo no piensa nada que valga la pena, y se repinten cosas que no son ni siquiera las nuestras, y uno llega a vivir convencido de que ser libre es algo más que vivir según quieren aquellos que de ti no saben nada. La indiferencia nos condena a todos, los fracasos no existen, lo errores no son tales, y la culpa ni siquiera es tuya, hoy mismo toma la decisión de ser feliz, esta es gratis para ti, siempre que aprendas que debes ser feliz con los demás, como Julio, Julia y Omar Osiris. Lo importante es ser feliz con lo que eres, y ahí está el secreto para llegar a lo que quieres.